Mexicanos trajeron una selección de cortos

Frederik, actuando sin palabras

El Gran Espectáculo del Teatro Frederik, una selección de siete sketchs de su vasto repertorio de 28 años, es la oferta del elenco mexicano que debuta hoy a las 19.45 en el Teatro Municipal, donde también se presentará mañana.
“Lo que uniforma a los cortos —siete, que en total suman una hora veinte minutos— es que son todos sin palabras, como es la característica esencial de Frederik”, comenta Roberto Frausto, director del elenco, del que —vaya plus— forman parte dos bolivianas, las hermanas María José y Amancaya Rivera.
“Ellas estuvieron en la compañía por varios años cuando residían en el DF (ya están de regreso en el país) pero constantemente se integran en cuanta gira pueden, porque se saben muchas de las obras que representamos”, señala la admnistradora del equipo, Lourdes Sánchez. Pero, sin diálogos, ¿cómo se mantiene el interés, la tensión necesaria en toda obra teatral? El director asegura que los recursos y lenguajes complementarios como la iluminación —esencial en sus puestas en escena—, las diapositivas y el video, entre otros, son más que suficientes para transmitir lo propuesto. “Además de que se trabaja con muchos ruidos y hasta sílabas, pero sin códigos de lenguaje”, añade. Tan singular manera de desenvolverse en las tablas va de la mano con el estilo de trabajo en los ensayos. “La mayoría de la gente que trabaja con nosotros tiene formación previa, ya sea en danza, gimnasia, o hasta artes marciales, lo cual les permite ante todo tener la soltura y habilidad para representar los papeles”, dice Frausto.
Así, más que ensayar, los integrantes de Frederik aprenden el estilo, la esencia del grupo, y luego dejan todo a la improvización y más que todo al talento. “Varía mucho de un show a otro, eso que ni qué”, concluye.

La Prensa, 6 de Octubre de 2006

Identidad y danza

Un mismo espacio puede albergar a distintas expresiones. Por la mañana, el dueto Art Mouv, de Francia, recorre los pasillos del Museo Tambo Quirquincho para contactarse con el espacio, y una vez hecho esto, invita a la audiencia a descubrir el lugar y conectarse con él. Por la noche, una pared de papel envuelve a una bailarina boliviana que, a través de la fotografía, la luz y su cuerpo, consigue expresarse.
Hace algún tiempo, cuando María José Rivera Camacho decía “soy bailarina”, la gente le miraba extrañada, pensando Dios sabe qué. Hoy, a sus 26, le dicen: “¡Ah!, haces ballet”. Es un avance, pero María José hace danza contemporánea.
“Empecé con danza clásica con Mónica Camacho, hice cursos en Estados Unidos, Suiza y participé en un festival en Cuba”. Pero de la clásica se fue al jazz y de allí al contemporáneo, donde se perfeccionó en México. “Aprecio la libertad que me ha dado. La danza clásica me ha gustado siempre —aún me gusta, aunque tengo algunos conflictos internos—, pero la danza contemporánea me ha abierto una puerta ilimitada de creación. Para mí era necesario salir de que te enseñen los pasos y repetirlos, avanzando hacia lo coreográfico. Necesitaba construir, buscar lo que me interesaba o motivaba”.
Identidad en movimiento es el primer trabajo sobre el que ella trabaja sin compañeros. “Es una búsqueda mía como boliviana, de la bailarina que empezó en el clásico. Quiero saber qué significa ser boliviana, la herencia que eso conlleva”.
La danza contemporánea se abre espacio entre el ballet y el folklore, muy arraigados en Bolivia. Y, recordando sus primeras experiencias, María José es una bailarina que se considera optimista. “El ballet encontró su lugar. Con la danza contemporánea será igual. A veces escuchas cosas como que la gente no lo va a entender, pero hay mucho interés y ganas de ver nuevos trabajos. Muchas personas se preocupan porque no lo entienden y buscan dar con explicaciones. La danza contemporánea tiene mucho que ver con las sensaciones. De pronto, sí hay significados, pero no es algo narrativo. La danza te dispara cosas que las tienes que vivir”, dice. Y, envuelta en su pared de papel, se lanza hacia la conquista del espacio.

Miguel Vargas, La Razón, 24 de septiembre de 2006

El Atrio de San Francisco se llenó de danza


La Razón,  7 de septiembre de 2006